Hace algunos meses os contaba nuestra experiencia en la crianza bilingüe español-inglés. Dentro de todo este proceso, decidimos contar con el apoyo de personas nativas.  Evito la palabra profesor, porque lo que buscámos no son clases, sino que el pequeño tenga contacto, principalmente a través del juego, con personas nativas y de esa manera asimile el idioma de forma natural, tal y como estamos haciendo en casa, pero con un acento más puro y un vocabulario mucho más amplio que el que nosotros le podemos ofrecer.

El primer formato que probamos fue el de la clase para bebes en la Academia We Can. Aquí estuvimos acudiendo 45′ a la semana desde el 15º hasta el 23º mes. En esta actividad, los niños acuden siempre acompañados de un adulto, generalmente el padre o la madre. Son grupos muy reducidos (máximo 4 ó 5) y son actividades muy divertidas, en las que tiene un especial protagonismo la música, y es que a través de las canciones se aprenden muchos movimientos. Siempre hay alguna pequeña parte para el vocabulario, a través de fichas muy sencillas, juegos o manualidades, que dada la edad de los niños, las suelen realizar con ayuda de sus padres.

A nosotros nos sirvió para introducir al pequeño en el primer entorno puramente inglés. Además las monitoras eran muy cariñosas. El peque se divertía mucho y enseguida comenzó a demandar las mismas canciones en casa, las cuales, cantaba y bailaba sin parar.

Sin embargo, en poco tiempo se nos quedó la actividad muy escasa. Las canciones las teníamos disponibles todo el tiempo a través de youtube y echábamos en falta más interacción con la persona bilingüe.

Es cierto que a tan corta edad no se le puede pedir mucho y los progresos tardan en verse. De hecho, los niños tan pequeños tienden a prestar muy poca atención y te da la impresión de que no se enteran de nada, pero no es cierto y cuando menos te los esperas te sorprenden.

Este formato lo recomendaría cuando el objetivo sea simplemente acercar al niño al idioma.  Para el padre y/o la madre, es también una oportunidad de compartir una actividad con el hijo, así como para aprender algo de inglés, ya que se aprende muchísimo vocabulario, que luego se puede practicar en casa a través de las canciones y juegos.

El segundo formato que hemos probado es el de guardería en inglés con cuidadores nativos. En realidad no era una guardería como tal, pero se asemejaba mucho por las características del aula y las rutinas. El nombre de esta actividad es «Stepping Stones» y en Zaragoza lo ofrece la Academia Hábitos de Estudio.

El niño acudía hora y media cada día durante todo el curso escolar estrictamente para jugar. El nativo podía proponer juegos, pero eran los niños los que decidían a qué jugar, para ello disponían de un sin fin de juguetes, dando prioridad, además, a los juegos no estructurados.

El grupo era reducidísimo y la atención super personalizada. Por tanto, la interacción con el nativo era máxima. Nuestro peque asistió de los 24 a los 32 meses y el progreso en ese tiempo ha sido brutal, puesto que ha comenzado a hablar y entender ambos idiomas con total naturalidad.

El único inconveniente de esta actividad, es tener que llevarlo hora y media cada día. Supone un esfuerzo para la familia, sobretodo, además, si no lo tienes cerca y tampoco te cubre una jornada de trabajo, pero realmente merece la pena, ya que, además, se trata de una etapa para mi clave en el desarrollo del niño.

Como punto muy positivo, es la confianza que los pequeños van cogiendo con el cuidador nativo, al estar en contacto de forma diaria. Al ser, además, grupos tan reducidos, la atención a ellos es máxima todo el tiempo. Sinceramente, no se puede comparar con las actividades en inglés que se suelen ofrecer en las guarderías. Aquí a los niños les hablan en inglés nativo desde que entran hasta que salen y con una atención totalmente personalizada.

Y el tercer formato que hemos probado, ha sido el de English Camp, durante 3 semanas en verano. Lo organizaba la academia Helen Doron,  nos sorprendió que admitieran niños tan pequeños y teníamos dudas de como se adaptaría el nuestro con solo 33 meses, pero desde el primer minuto fue encantado.

Las monitoras muy jovenes (algunas nativas, otras no), muy atentas con el niño, se preocupaban de darle agua, ponerle la gorra, cambiarle de ropa, llevarlo a los baños, … Y realmente pudimos comprobar como les hablaban en inglés todo el tiempo. De hecho, nuestro hijo se soltó a hablar muchísimo desde el primer día, no es que aprendiera allí de repente, pero bien el ambiente, el númo de horas y/o el estar rodeado de angloparlantes, con todo lo acumulado hasta entonces, le ha hecho soltarse más.

Cada día realizaban un sinfín de actividades; baile, experimentos, piscina, futbol, teatro, excursiones… con lo cual, el grado de exposición al idioma ha sido altísimo. Si que tengo la impresión, que dentro de este formato, el que el niño sea tan pequeño, le ha favorecido mucho de cara a la comunicación en el idioma, porque necesita más atención de las monitoras que un niño de mayor edad.

En los niños de primaria, observé, que entre ellos hablan en español todo el tiempo y es posible que el aprendizaje no sea tal como el de un niño de infantil. Pero, claro, eso es más dificil de controlar, a no ser que se pida un nivel para que se puedan comunicar con soltura. En cualquier caso, nos ha gustado mucho esta opción para las épocas de vacaciones escolares y veo super positivo el que estén expuestos al idioma fuera de lo que es un aula y/o clase convencional.